Los caudillos

          Félix Luna publicó su libro  “Los Caudillos”  en 1966, y fue reeditado en 1968 y 1969 debido a su gran difusión.

            En una nueva edición en 1971 Félix Luna dice en el prólogo lo siguiente:

“No puedo dejar de recordar los palos que cayeron sobre el libro –y obviamente, sobre su autor- desde los dos extremos del espectro historiográfico argentino. Liberales ‘á outrance’ rasgaron sus vestiduras por lo que creían una injustificada exaltación de la barbarie; revisionistas furibundos de todos los signos me acusaron de las más diversas herejías.”  Y agrega:

“Es cierto que en los últimos cinco años muchas cosas han cambiado, tanto en el orden personal como en el del país y el mundo. Cabe que ahora escribiera de otro modo algunos párrafos de ‘Los Caudillos’.”

            En la introducción dice Félix Luna al respecto:

“Fueron hombres de su tiempo, con todos los defectos y las virtudes de su época. Porque también hay que señalar que el endiosamiento de los próceres en que incurrió la historiografía liberal se corresponde con la idealización de los caudillos en que fácilmente caen los revisionistas: es graciosos, por ejemplo, comprobar el flaco favor que hace Pedro de Paoli a Juan Facundo Quiroga describiéndolo como un buen burgués, con actividades bursátiles y querida.”   Y al final de la Introducción dice:

“Sarmiento planteó su alternativa sin concesiones, drásticamente: nosotros creemos que la civilización y la barbarie pueden encontrar la fórmula de su síntesis.”

            Nosotros no vamos a juzgar la definición filosófica sobre la historia que surge de la vasta obra de Félix Luna a quien reconocemos como uno de los hombres que más ha hecho en nuestro país por divulgar la historia argentina y riojana en particular.    De las lecturas de la obra de Félix Luna extraemos aquellas referencias  sobre la Sociedad y la Economía de La Rioja durante el largo período de la guerra civil que es el objetivo de nuestro trabajo.

             Para los riojanos en particular, Los Caudillos es un libro imprescindible que requiere ser leído atentamente, especialmente, por el debate que generó entre los historiadores. Y por las cartas que reproduce, donde el Chacho escribe a Urquiza en la última etapa de su lucha.

            Las tropelías derivadas de la ocupación de La Rioja por las fuerzas de Buenos Aires y el no cumplimiento del Tratado de la Banderita, provocaron la última rebelión del Chacho.

            La última carta del Chacho a Urquiza (reclamando respuesta a sus anteriores) tiene fecha 10 de Noviembre de 1963 dos días antes de su asesinato a manos del bárbaro Irrazábal.        

            Luna relata finalmente dos hechos que caracterizan las secuelas de la guerra civil entre vencedores y vencidos. El gobernador Manuel Vicente Bustos –que había sido ya antes gobernador con el respaldo de Peñaloza- sanciona un Decreto el 20 de Mayo de 1864 que es la expresión más clara y tenebrosa de la lucha fraticida:

“El Gobierno de la Provincia. En consideración a los reconosidos e importantes servicios que el señor Teniente coronel del ejército Nacional don Pablo Irrazábal ha prestado y presta actualmente a la Prova, garantiendo el orden de ella con sus nobles y patrióticos esfuerzos. No contando con recurso alguno, para en parte al menos recompensar sus fatigas y sacrificios puestos al servicio de la Prova. Para atender en lo posible a indemnizar sus gastos personales que le ocasiona su permanencia en los departamentos de los Llanos al mando de la división de línea estacionada en aquellos puntos a objeto de alta conveniencia por un deber de estricta Justica ha acordado y  DECRETA:

Art. 1º Consedese al señor Teniente coronel don Pablo Irrazabal, como propiedad legal adquirida con justo titulo, todos los animales orejanos de las especies vacuno, caballeros y burros siendo de propiedad reconocida y legítima del Estado, en los departamentos Costa Alta y Baja de los Llanos.

Art 2º La Comisión de que habla el Art. Anterior tendrá sus efectos legales por el término de sinco meses desde la fha. Por  orden de S.E. BUSTOS – J. Salustiano del Moral.

            Pero son más trágicos y siniestros los reclamos que poco después de este Decreto le hacen don Pedro Bazán, hermano del Dr. Abel Bazán, luego un Gregorio Vera y más tarde un José Molina, todos “damnificados” y  amparados por la “Justicia” contra la viuda del Chacho Victoria Romero para quedarse con sus bienes personales y una presunta deuda de Dos mil pesos. El Juez (nombrado por el Gobernador como era la “ley”) decide  entregar prendas del extinto depositadas en la Policía. “Estos objetos eran un par de espuelas y un par de estribos, un freno con copas de plata, un pretal con once piezas de plata, una onza de oro y un cóndor: las galas del apero del general de los gauchos…”

            Victoria Romero, desamparada y con la “Justicia” en contra, escribe al General Urquiza el 12 de agosto de 1864 una carta que es todo un testimonio de la crueldad y la venganza perpetrada contra ella. En uno de sus párrafos le dice (inútilmente) a Urquiza:

 

“los últimos restos me quitan por perjuicios que dicen haber inferido la gente que mandaba mi marido; me exigen pruebas y documentos de haber tenido yo algo; me tomaron dos cargas de petacas por mandato del señor coronel Arredondo, donde estaban todos mis papeles, testamentos, hijuelas, donaciones y cuanto a mí me pertenecía.”