Urquiza

¿Traidor al Federalismo? 

El escritor Roberto Schmit  (*) escribe en revista Todo es Historia, un estudio que titula “Urquiza, el caudillo empresario”. El título de esta nota se refiere al libro del escritor Brienza quien califica de tal modo a Urquiza, analizando la trayectoria política y militar del supremo caudillo de Entre Ríos. Hay que recordar que Urquiza fue asesinado por las fuerzas de López Jordán su cuñado, un hombre de su Estado Mayor, quien continuó su lucha federal durante el gobierno de Sarmiento.

Nos limitaremos aquí a una breve recopilación de los principales negocios y la actividad económica de Justo José de Urquiza en su dilatada vida política, militar y empresarial, que se entremezclan en toda su trayectoria. No es otro nuestro punto de vista que analizar las causas, los factores económicos que estuvieron en la base de la guerra civil argentina prácticamente hasta el fin del siglo XIX y los resultados en la conformación económica, constitucional, jurídica y política del Estado de  la República Argentina, como lo desarrollamos en nuestro libro  “La Rioja, Economía y Sociedad” 1820-1870.

Son los hechos comprobados los que determinan el juicio sobre las actitudes de los hombres que protagonizaron los acontecimientos a lo largo de la historia.

Sin dudas que Urquiza era un Federal, un Federal del Litoral que llegó a enfrentar a Rosas, un Federal bonaerense, del Puerto comercial donde se gestó  lo que es hoy Buenos Aires.

Y no hay duda que tanto Urquiza como Rosas, fueron los ganaderos y terratenientes  más poderosos de la historia argentina en el siglo XIX. Y tampoco hay dudas de la relación entre el poder económico y el poder político/militar del siglo en que se desarrolló la guerra civil.

Y bien, lo tramos del estudio de Roberto Schmit que resumimos permiten apreciar la evolución empresarial e industrial de Urquiza.

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”Dentro del contexto rioplatense del siglo XIX la producción rural entrerriana tuvo un rol significativo ubicándose en el segundo lugar detrás de Buenos Aires, cmo proveedora de biens pecuarios al mercado atlántico.”

“La abundancia de tierras para el pastoreo y el incentivo de una alta demanda de bienes pecuarios en el comercio exterior rioplatense, los entrerrianos comenzaron a exportar cantidades significativas de diversos tipos de cueros curtidos y de tasajo; otorgando un lugar destacado a la cría de ovejas y la venta de lana.

Sus actividades económicas se iniciaron en la década de 1820 como un comerciante de ramos generales a partir de sus relaciones familiares, recibiendo en  su momento, $ 3.000 de su hermano mayor Juan José, instalando una tienda y pulpería.

A partir de 1822 la tienda de don Justo José opera regularmente en el tráfico de cueros y productos de ultramar. Pero un año después se produjo el ingreso de Urquiza en la turbulenta vida política entrerriana, en oposición al gobierno de Mansilla viéndose involucrado en un complot que le obligó a exiliarse a Curuzú Cuatiá.

Asociado con Vicente Montero sus operaciones alcanzaron todos los puertos del río Uruguay.

Instalado al sur de Corrientes, sobre las costas orientales de Corrientes, Entre Ríos, Brasil y la Banda Oriental, traficaban lícita o ilícitamente todo tipo de bienes.

No olvidemos el régimen esclavista de Brasil que requería muchos cueros y tasajo.

También se asoció a Gregorio Araujo en los negocios de la producción  rural de la zona.

En 1824 de regreso a Entre Ríos en Concepción del Uruguay se hizo cargo de proveer carne y yerba al Ejército y administrador de la estancia de su padre, adquiriendo otro campo en Corrientes con un aporte de su padre de $ 3.700.

Su principal socio Vicente Montero se casa con Ana Josefa Urquiza, hermana de Justo José.

En 828/29 la sociedad de la tienda alcanza grandes proporciones abasteciendo todo tipo de artículos a la campaña de Mandisovi, Feliciano y Curuzú  Cuatiá, incluyendo el abasto regular a las tropas correntinos con uniformes, tabaco, yerba y jabón.

Mientras tanto incursiona en política contra el gobierno de Paraná, y retoma sus actividades en forma normal a partir de 1832 apoyando la llegada al gobierno de Pascual Echague.

En 1834-35 ya es Comandante de  Milicias (supremo jefe militar) y para entonces sus negocios abarcaban mercados más amplios, que incluían giros con Buenos Aires, Montevideo y el sur de Brasil, a través de Diego Morón, marido de Liberata López Jordán y Francisco de la Torre, esposo de Teresa Urquiza. Su socio Montero operaba desde Buenos Aires y La Torre de Montevideo.

Para 1840 la sociedad de Urquiza con Montero, Urdinarrain y Barceló acrecentaba sus operaciones a través del puerto de Concordia y comenzaron a operar con vapores,  y en 1841 instalan una grasería en el arroyo de Cupalén.

En 1846 adquirió tierras a Felipe Otaño y una estancia en el arroyo  Sauce, y más tarde con el campo de Rincón de San Pedro, sobre el arroyo Gualeguaychú con toda su hacienda pagando $ 15.000 plata a Petrona Pérez de Panelo; mas tarde otro a Díaz Vélez por $ 1.000 y otro a Patricio Roca por $ 1.200 y luego otras tierras en Gualeguaychú, Ayui y rincón de Migoya. En 1847 instala el saladero Santa Cándida. De ese modo estaba en condiciones de producir y  extiende su influencia incursionando en el terreno financiero-mercantil en Buenos Aires abastecer al mercado interno, al  Ejército y exporta  todo tipo de cueros secos y salados, tasajo, lana, grasa, sebo, crin, astas, aceite de potro y trigo.

Desde fines de la década de 1840 extiende sus negocios a través de nuevos tipos de sociedades y emprendimientos de inversiones. 

Y extiende su influencia incursionando en el terreno financiero-mercantil en Buenos Aires.

Nos estamos acercando al año de su Pronunciamiento contra Rosas porque la “competencia” en la exportación con el  Buenos Aires ganadero de Rosas, exportador de lo mismo que Urquiza,  había creado cantidad de problemas en el tráfico marítimo. Repasar la historia que desemboca en el Pronunciamiento y Caseros en 1852 explica la base de la disputa entre el federal Urquiza  y el federal Rosas.

Las propiedades y Estancias de Urquiza para entonces (quizás menores a las de Rosas en Buenos Aires) ocupaban unas 130 leguas cuadradas en momentos que las políticas institucionales de trasformación del derecho de propiedad y la venta de tierras públicas (sic) se dieron en la época en que el caudillo comenzó a comprar más tierras.

Y después de 1854 (siendo presidente de la Confederación) emprendió un nuevo ciclo y logró acumular 272 leguas cuadradas de campos, es decir más de 734.000 hectáreas de tierras y un enorme plantel de ganado vacuno y ovino.

Una carta de Isabel Alzaga de Elia a su sobrino Justo José de Urquiza, al vender la estancia del Potrero de San Lorenzo, un campo de 60 leguas cuadradas situado entre  Gualeguaychú  y Concepción del  Uruguay por la suma de $ 150.000 de 17 pesos la onza. dice así:

“Advierto pues, mi querido sobrino, que dos son mis exigencias, vender y que tu compres si te conviene. Pues de esta manera yo y mis hijos dispondremos libremente  de lo que nos corresponde, llenaremos muchas infinitas necesidades, se apagaron los disturbios de mi familia, yo concluiré tranquila los días que me restan…..” (Testamentaria de Isabel Alzaga de Elía, Archivo General de la Nación).

Un hijo de Elía y Alzaga, Nicanor adquirió campos en Uruguay para la cría de ovejas finas y vacunos al norte del Río Negro.

El  patrimonio rural acumulado por Urquiza hacia 1870, alcanzó los $ 2.685.543 pesos bolivianos que lo coloca entre los más grandes empresarios rurales del universo rioplatense. Hay que imaginar a los valores de hoy, el equivalente del valor de esas tierras y del ganado.

Urquiza, hasta su muerte, fue el principal proveedor del Ejército de Mitre en la guerra del Paraguay y quizás su patrimonio era superior al de Rosas y su socio Terrero al tiempo de Caseros. Desde luego que Urquiza fue un empresario “progresista”;  basta visitar hoy el Palacio San José y las innovaciones técnicas realizadas en sus campos y sus industrias.

No hemos investigado respecto al trato de los trabajadores rurales de sus extensos campos e industrias, aunque sabemos que les entregaba yerba y harina y les dejaba carnear algunos vacunos para su alimento.

 

Imaginemos los riojanos una comparación del patrimonio del  General Urquiza con las de los Caudillos riojanos, el Chacho o Felipe Varela en sus territorios.

Y recordemos que tanto Peñaloza como Varela, confiaron en Urquiza. El Chacho le escribía pero nunca le respondió y Varela exaltó a Urquiza en su Proclama contra la guerra del Paraguay.

Los hechos son categóricos. El lector juzgará la relación entre el poder político y el económico en la conformación del  Estado argentino.-

 

(*) Autor de “El Río de la Plata entre el mercantilismo y el capitalismo: Mercados, comerciantes y medios de pago, 1810-1860. La historia económica Argentina en la encrucijada”  Buenos Aires, Prometeo, 2006.