Deprecated: preg_replace(): The /e modifier is deprecated, use preg_replace_callback instead in /www/historiadelarioja/htdocs/libraries/joomla/filter/input.php on line 652
Deprecated: preg_replace(): The /e modifier is deprecated, use preg_replace_callback instead in /www/historiadelarioja/htdocs/libraries/joomla/filter/input.php on line 654
EL CHACHO y la “Civilización del cuero”
Reproducimos parte del estudio de Bernardo Carreira sobre la base económica dominante en el período de la guerra civil argentina desde 1820 hasta la configuración definitiva a partir del primer gobierno de Julio Roca. Se podrá apreciar la vinculación del análisis con nuestro trabajo “La Rioja – Economía y Sociedad” que hemos editado en libro.
“Porqué la Civilización del Cuero? Por la sencilla razón de que allí se desarrollaba una sociedad donde las vacas eran el principio y el fin de todas las ambiciones y de todas las necesidades pues, como si estuviesen aislados del mundo, tanto los habitantes de Buenos Aires como los hombres de la campaña sólo contaban con el vacuno para subsistir. Allí no había industrias de ninguna clase ni siquiera un rústico telar para confeccionar las telas más burdas.. Los metales eran prácticamente desconocidas aunque parezca increíble,y hubo épocas en que no había un pedazo de hierro o de acero para fabricar una herradura, una hoz ara segar el trigo o una ruin azada,. La moneda acuñada no circulaba y la poca que había sirvió para guarda los capitales que se ocultaban, como testimonia Juan Agustín García en su obra La Ciudad Indiana.” (1)
En esta primera cita, el lector puede relacionar la situación que se describe, predominante desde la creación del Virreinato del Río de la Plata, con la situación existente también en nuestra provincia donde además de la economía ganadera existía la minería y La Rioja acuñaba moneda que circulaba junto con el peso boliviano.
“Los mineros chilenos que acudieron a las ricas minas del Famatina -al clausurarse éstas por presiones posteriores a Pavón que las preferían cegadas o en reserva pero no competitivas – pasan a convertirse en uno de los componentes montoneros del Chacho. Sin sus fuentes de trabajo, empobrecidos, angustiados, se sublevan. Y con mayor impetu reaparecen en la posterior y consiguiente sublevación de Felipe Varela quien no sólo recluta mineros en Chilecito sino también en su obvia fuente originaria de Chile. Como después de cada derrota busca amparo en esas “bases” del otro lado de la cordillera, nada tiene de extraño que su muerte haya acaecido en esa gran ciudad de mineros que es Copiapó. “ (2)
“Es que los bonaerenses, acuciados por la necesidad, se las habían ingeniado para crear un sistema monetario tan original como propio. Por las pampas vagaban tropas inmensas de ganado vacuno mostrenco, que le proporcionaba la carne para el consumo y la que, secada al sol, mandaban a las costas del Brasil, donde se la utilizaba par a alimentar a los eslavos, trayendo de retorno telas ordinarias y algunos de los artículos más indispensables para subsistir como seres civilizados. El sebo también servía para hacer ese intercambio, pero la moneda fuerte era los cueros.
“Los jesuitas se lanzaban a la caza del ganado cimarrón utilizando a los indios de las misiones, y según constancias del P.Antonio Sepp, solamente en 1891 habían embarcado por su cuenta 300.000 mil cueros de toro, de a 15 reales la pieza, pagaderos en mercaderías.
De acuerdo a la Memoria sobre el Estado rural del Río de la Plata escrita por Azara, `desde el principio del siglo diez y ocho, hasta pasada la mitad del mismo, estaban las Pampas de Buenos Aires desde esta ciudad hasta el Río Negro, tan llenas de ganado cimarrón, que no cabiendo, se extendía hasta las minas de Chile, Mendoza, Córdoba y Santa Fé. Los ganados ocupaban cuarenta y dos mil leguas cuadradas, en las cuales había unos cuarenta y ocho millones de cabezas de ganado, casi todo cimarrón.
Carranza, el primer obispo que hubo en Buenos Aires, manifestaba con asombro que allí no había ni plata, ni oro, ni moneda real, ni de cobre, ni de ninguna clase... Solamente había cueros..
Como puede apreciarse el cuero era la llave de oro que habría las puertas de la vieja Europa, mientras que, en el Río de la Plata, imperaba el soberano sustituyendo la madera, el hierro, la chapa metálica, el alambre y hasta los clavos. En la ciudad el cuero creó por necesidad, una industria próspera debido a la facilidad con que se presta para la fabricación de infinidad de utensilios de toda naturaleza y, usándolo crudo o curtido, se confeccionaban con él, baldes, odres, para contener líquidos, sacos (llamados tercios) para el envasado de la yerba mate, los arneses para el tiro de los carros; en cueros se guardaba el tabaco, el azúcar y hasta el sebo la cerda. Se hacían petacas, baúles, morrales para darles la ración a los caballos, sogas, guascas, látigos, cajones, retobamiento de fardos y otra multitud de objetos, entre ellos las canastas que usaban las negras para realizar las compras que las que llamaban `tipas`.
En el libro `Viaje a Caballo`... William Mac Can describía cómo eran las viviendas de los indios, o sea los toldos, `que se forman de cueros de potro (o de vaca) cosidos unos a otros con hilos de tendones, el toldo se componía de dos partes o piezas y cada una estaba formada por seis u ocho cueros``sostenidos por horcones y travesaños de palos o cañas gruesas.
En el interior del país era cosa corriente que los extranjeros, al encontrar en sus itinerario un río dif´cil de cruzar, se quedasen pasmados cuando algún lugareño, nadador consumado se ofrecía para llevarlos a la otra orilla no en un bote, como hubiese sido lo normal, sino en lo que ellos llamaban una `pelota`. Hacenla de un cuero de vaca o toro, cogiendo las puntas por las cuatro esquinas, y en aquel poco de plano que queda en el medio se pone todo el recado de montar, luego sobre él se sienta el pobre navegante casi arrodillado. De una de las esquinas de la pelota, prenden una cuerda; échase un mozo a nadar, sin mover oleaje alguno, con el movimiento de pies y manos, va nadando y tirando aquella debilísima embarcación de aquella cuerda, que prendió con los dientes.
La aplicación del cuero era realmente asombrosa, y se lo utilizó también con profusión en las carretas que cruzaban en caravanas el territorio de punta a punta. Los toldos que las cubrían estaban hechos de cueros, como también el `buche` que se agregaba para ganar espacio en la culata; las coyundas para uncir los bueyes, las cuartas de tiro, el noque y hasta las llantas eran de cuero, en vez de hierro.
Nadie como el gaucho argentino, se valió de su ingenio para sustituir, por medio del cuero, los materiales que no tenía a mano o que no existían.”(1)
“Los llanos y la zona montañosa; la región ganadera y la región agrícola, sedentaria y urbana; en efecto. Dos comarcas internas de La Rioja que instauran una contradicción secundaria. Porque si la primera, hacia el sur, en su miseria creciente, condiciona el surgimiento de los montoneros con el Chacho de emergente `natural` y como caudillo, la parte alta, con dos ejes en la capital y en Chilecito, resulta el enclave de las familias de `empresarios de mostrador` por el estilo de los Villafañe, Bazán, Carreño, Dávila y los González, conectados con la minería y la producción de viñedos, olivos y frutales (de fluida vinculación con la `nueva política` ).
Los llanos vistos como oasis y como zona de ganaderías: eso, hasta Pavón.
Las industrias artesanales en crisis frente a los productos textiles competitivos que vienen siguedo l circuito Manchester-Buenos Aires- ferrocarriles provincianos y que llevan a la exasperación una antigua línea abierta desde fines del siglo XVIII a partir del comercio libre borbónico y virreinal que, si en dirección al litoral empieza a engrandecer a la ciudad puerto, hacia el interior pone en crisis a las industrias tradicionales.
Y en ese punto originario reside el núcleo permanente de sus sublevaciones. Empobrecidas a partir de ese despojo, arrinconadas, despreciadas, hambrientas, responden con el `hondo resentimiento de los despojados frente a `los señores` instalados en los cascos de las estancias para controlar las producciones o para venderlas a través de su comercio en el burgo`. Cabe subrayar aquí que, para la perspectiva liberal, indios y gauchos eran lo mismo. La miseria homogeneizaba por igual a malones y montoneras.
Por eso es que el Chacho representa conjuntamente a esos indios despojados, a los artesanos destruidos por la competencia, a los ganaderos y pastores pauperizados por la erosión de sus tierras y a los mineros bloqueados en sus fuentes de trabajo. Esos son los montoneros, producto de una estructura que llega a su àjuste` estrangulador después de 1861. Y con quienes Peñaloza en una vinculación que él mismo describe, establece un fuerte vínculo patriarcal y político.
`Esa influencia, ese prestigio -le explica a Marcos Paz – lo tengo porque como soldado e combatido al lado de ellos por espacio de cuarenta y tres años, compartiendo con ellos los asares de la guerra, los sentmientos de la campaña, las amarguras del destierro e sido con ellos más que gefe un padre`.
Ya se vio: si bien es cierto que el proceso de empobrecimiento de La Rioja se acelera luego de 1861, este fenómeno de agravamiento se inscribe en una constante que se va trazando desde fines del siglo XVIII. Es en virtud de la importancia creciente de Buenos Aires (…) por la otra cara de la moneda se convierte en el polo centralizador y succionador de las fuerzas productivas del resto del país.
La figura del Chacho debe superponerse con esa línea principal: para entender que antes de Caseros haya sido antirosista y después antimitrista. (2)
(1) Bernardo Carreira, en Revista Todo es Historia
(2) David Viñas, De los Montoneros a los anarquistas